Si en anteriores posts hablábamos sobre los tocados de novia, en éste nos vamos a centrar en, posiblemente, el complemento más importante del vestido de novia: el velo. La elección del velo, al igual que la de la gran mayoría de complementos, ha de hacerse cuando ya tengamos el vestido; ésta va a depender en gran medida de la personalidad de la novia. Las más clásicas o tradicionales probablemente optaréis por casaros con el velo. Aquí os vamos a dar una serie de consejos para adquirir el velo adecuado.
Lo primero en lo que debemos
fijarnos en la longitud del velo. El
más cómodo quizá sea el más corto, es decir, el que está a la altura de las caderas
o la cintura pero el más elegante y demandado es el largo, como mostramos en las fotos. Lo fundamental es que quede bien con la forma de tu cara y de tu
cuerpo. Por ejemplo, si eres alta cualquier velo te quedará bien; si eres
bajita, será mejor que luzcas un velo más corto que no achate visualmente tu
figura.
Habitualmente, la novia
llevará el velo durante la ceremonia.
El velo da un halo de misterio a la novia cuando se acerca al altar recubierta
por él. Además, antiguamente era el símbolo de la pureza y la virginidad de la
futura esposa. Hoy en día, es un complemento más que realza y equilibra todo el
conjunto. El velo puedes llevarlo hasta que se termine el banquete, aunque en
realidad puedes retirarlo en el momento en que te sientes a la mesa. Como
siempre decimos, lo más importante es sentirte cómoda y segura, tanto con el
vestido como con los complementos.
El velo es una apuesta
segura. Sobre todo en las bodas religiosas ya que aporta distinción, elegancia
y que, bien elegido, es una tradición que vuelve a ser tendencia. Quizá porque
nunca ha dejado de serlo.
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