jueves, 17 de mayo de 2012

El velo de novia: ¿tendencia o tradición?



Si en anteriores posts hablábamos sobre los tocados de novia, en éste nos vamos a centrar en, posiblemente, el complemento más importante del vestido de novia: el velo. La elección del velo, al igual que la de la gran mayoría de complementos, ha de hacerse cuando ya tengamos el vestido; ésta va a depender en gran medida de la personalidad de la novia. Las más clásicas o tradicionales probablemente optaréis por casaros con el velo. Aquí os vamos a dar una serie de consejos para adquirir el velo adecuado.

Lo primero en lo que debemos fijarnos en la longitud del velo. El más cómodo quizá sea el más corto, es decir, el que está a la altura de las caderas o la cintura pero el más elegante y demandado es el largo, como mostramos en las fotos. Lo fundamental es que quede bien con la forma de tu cara y de tu cuerpo. Por ejemplo, si eres alta cualquier velo te quedará bien; si eres bajita, será mejor que luzcas un velo más corto que no achate visualmente tu figura.

Actualmente, los velos están confeccionados con diversos materiales, como el tul, nylon muy suave o encaje, y va acompañado de una corona -de flores naturales, por ejemplo-, o bien por una tiara, que acentúa la belleza de la novia. Al ir enganchado en tu pelo, es importante que el velo no sea muy pesado.



Habitualmente, la novia llevará el velo durante la ceremonia. El velo da un halo de misterio a la novia cuando se acerca al altar recubierta por él. Además, antiguamente era el símbolo de la pureza y la virginidad de la futura esposa. Hoy en día, es un complemento más que realza y equilibra todo el conjunto. El velo puedes llevarlo hasta que se termine el banquete, aunque en realidad puedes retirarlo en el momento en que te sientes a la mesa. Como siempre decimos, lo más importante es sentirte cómoda y segura, tanto con el vestido como con los complementos.

El velo es una apuesta segura. Sobre todo en las bodas religiosas ya que aporta distinción, elegancia y que, bien elegido, es una tradición que vuelve a ser tendencia. Quizá porque nunca ha dejado de serlo.

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