Estás tan contenta y emocionada
por el día de tu boda que si por ti fuera invitarías a todo el mundo. Pero
obviamente eso tendría un elevado coste, y por eso mismo tienes que coger lápiz
y papel y elaborar la lista de invitados. Y es el momento de pensar: ¿a quién
invito? Intentaremos facilitarte la tarea.
Antes que nada tienes que elegir
el sitio donde vais a celebrar el convite y saber el presupuesto con el que
contáis. A partir de ahí, lo más lógico es hacer cuatro listas: la tuya, la de
tu pareja, la de tus padres y las de sus padres. Es aconsejable que pongáis un
número máximo de invitados, acorde con lo que tenéis pensado gastaros.
Pon en la lista a todas las
personas que quieras invitar, sin olvidarte de nadie. Ya tendrás tiempo más
tarde de recortarla. Seguro que cuando compares tu lista con la de tu novio y
la de vuestros respectivos padres salen nombres repetidos. Un tema importante y
un tanto espinoso es quién va a pagar el convite: normalmente cada familia se
hace cargo de sus propios invitados. Si es así, no deberías decir ni una sola
palabra sobre la lista de su familia, y viceversa. Pero si por el contrario
eres tú quien va a pagar el banquete, tienes voz y voto para decidir el número
de invitados e incluso para vetar a esos primos que no ves desde hace siglos.
Si la lista final excede el
número máximo de invitados que os habíais planteado, llega la hora de sacar las
tijeras. ¿Por dónde empezamos a filtrar? La boda es un acontecimiento familiar
y social, por lo que haremos una nueva lista de los imprescindibles: los
familiares más cercanos y los amigos más íntimos son fijos. No os olvidéis de
sus parejas. Y una recomendación: nada de ex
en la boda, ni por tu parte ni por la suya.
En cuanto a los compañeros de
trabajo, lo normal sería elegir sólo a los más cercanos, sin olvidar al jefe
(aunque a veces sería justificable excluirlo de la lista, por ejemplo, si no
hay una buena relación con los empleados).
Cuando tengas la lista definitiva,
repásala con un familiar para comprobar que no haya ningún olvido imperdonable.
Y finalmente, llega la hora de cursar las invitaciones. Dejad muy claro a qué
personas invitáis para que no haya malentendidos.
Puede que la crisis sea una
excusa perfecta para hacer una boda íntima. Pero es tu día y no debes permitir
que nadie te imponga una boda que no quieres. Recuerda: vuestros padres ya
tuvieron la suya. Suerte al elaborar la lista. Seguro que es motivo de más de
una disensión. Pero lo mejor, dicen, son las reconciliaciones, ¿no? ¡A por
ellos!